La familia como “iglesia doméstica” es un lugar de encuentro con Cristo dentro de la comunidad de una familia cristiana en particular, un lugar donde cada miembro de la familia tiene un papel importante. En otras palabras, la “misión” de la familia en la tarea de la evangelización es ser lo que es llamada a ser, esto es, vivir al diario como familia cristiana, o, como lo dijo a menudo San Juan Pablo II, “¡Familias, sean lo que son!”