Crear un espacio de oración para su familia es una oportunidad para traer lo verdadero, lo bello y lo bueno a sus vidas. Durante siglos, el arte y el espacio de nuestras parroquias son los medios a través de los cuales el conocimiento, la verdad y la vida de Dios eran transmitidos a los fieles. A medida que los fieles se reunían para tener oportunidades de oración y adoración, se veían envueltos con hermosas obras de arte que representan las verdades de las escrituras, la vida de los santos y las representaciones de la gracia de Dios que se transmite a la humanidad. “El arte auténtico es parte integral de la Iglesia en la oración porque estos objetos y acciones son ‘signos y símbolos del mundo sobrenatural’ y expresiones de la presencia divina" (Built of Living Stones 146). Aún hasta el día de hoy, mi propia familia puede entrar a algunas de las iglesias majestuosas y hermosas y mis hijos se quedan asombrados, como si fueran llevados a otro lugar, a la misma altura del cielo, y están absorbidos con el conocimiento de Dios que ven. Mientras nos sentamos en las sillas esperando el comienzo de la Sagrada Liturgia, se voltean hacia mí y me señalan el conocimiento que están obteniendo, hablando sobre los santos y la vida de Cristo, o las historias de las Escrituras que ven representadas. El espacio en sí mismo se ha convertido no solo en un medio de catequesis, sino realmente como una entrada a otro espacio y tiempo de adoración, se eleva a un clima de oración. Los espacios sagrados que creamos en nuestros hogares pueden realmente ser la oportunidad de obtener las mismas reacciones dentro de nuestras familias. Para la comunidad hispana, el Altar en casa o altarcito es muy común especialmente si entre nosotros están las abuelas. Desde mucho antes del comienzo de los Estados Unidos las abuelas hispanas han sido quienes han mantenido la fe dentro de nuestros hogares. Desafortunadamente al paso del tiempo estos altarcitos se han dejado al olvido, aunque estén presentes en nuestros hogares. Este es un excelente momento para reavivar y explicarle a nuestros hijos sobre el altar que está en casa. Por qué incluimos a tal imagen en el altar, qué significa para nosotros, para nuestra familia. Quizás fue el santo a quien nuestro bisabuelo se encomendó para poder llegar a este país. Vuelva a conocer la historia de su altar y hágalo el centro de la familia.
El altarcito de oración debe contener verdad, debe ser hermoso y debe provocar el bien de quien reza. Como parte del espacio, también debemos mirar hacia la oración que utilizamos en el espacio. Parte del ambiente de la oración es la oración misma. Si apuramos una oración, si la decimos sin sentido, o si la hacemos como una distracción para el resto de lo que hacemos, no establecemos un ambiente apropiado para la oración. La oración que elegimos para nuestra familia debe provocar una respuesta apropiada al amor de Dios. Las oraciones simples memorizadas funcionan para la recitación comunitaria, sin embargo, nuestro tiempo de oración con la familia debería utilizar esas oraciones memorizadas como vía hacia una experiencia de oración más profunda y relacional.
"Por lo tanto, la vida de oración es la costumbre de estar en presencia del Dios tres veces santo y en comunión con él". (Catecismo de la Iglesia Católica (2da ed.). [CCC] [Washington, DC: Liberia Editrice Vatican - Conferencia de los Obispos Católicos de los Estados Unidos, 2000] 2565). Utilizando la profundidad de la oración que se encuentra en la liturgia, en la Lectio Divina, en contemplar del rostro de Jesús, o en las oraciones meditativas del Rosario o las coronas fortalecerá la profundidad de la oración en la vida de cada uno de los miembros de nuestra familia, permitiéndoles conocer a Dios en una forma más personal que hará que toda nuestra enseñanza sea más fructífera. Puede encontrar información sobre cómo hacer estas oraciones y devociones en nuestro sitio web.
Adaptado de Creando un Ambiente de Oración por Jamin Herold, Director Ejecutivo del Secretariado para la Vida Parroquial y Liderazgo Laical y adaptado en español por la Hermana Maryud Cortes y Verónica Rodríguez, Directores Asociados del Secretariado para la Vida Parroquial y Liderazgo Laical – Diócesis de Kalamazoo – publicado originalmente por USCCB para Domingo Catequético 2016.